LA EXPERIENCIA DE DIOS EN LOS PUEBLOS ORIGINARIOS (2 de 2 Partes)

Pbro.  Rigoberto Beltrán Vargas, Colaborador del Periódico Digital “El Ciudadano”…

No me ha tocado la oportunidad de estar en el proceso evangelizador de una parroquia dentro del ámbito de los pueblos originarios; sí un acompañamiento, en la asesoría temporal de la pastoral social en algunas por invitación de los párrocos. De alguna manera puedo afirmar que me he inquietado por hacerlo bien.

Ahora me pregunto, ¿no sería conveniente, oportuno, necesario, motivarnos para entender, comprender y ser más honestos en este servicio fraterno con ellos? ¿No estaremos alejándonos de la riqueza de estos pueblos? Escribimos, hablamos de su mística, hasta buscamos estar cerca del primer Obispo, Don Vasco de Quiroga, pedimos por su canonización, pero ¿no será también conveniente profundizar y vivir su pastoral? ¿No vendremos creando una omisión colectiva desde hace años en  este aspecto?. Quiero recordar algunos puntos de vista del padre Clodomiro Siller Acuña, quien ha dejado huella en américa latina en esta pastoral.

Le preguntan, ¿Cuál es el lugar que ocupan los indígenas en la iglesia?, ¿Qué lugar deberían ocupar?

“Si nosotros le preguntamos a un “sacerdote normal” que es lo que espera de un indígena, diría que le gustaría que el indígena rece como nosotros rezamos, participe de las celebraciones como nosotros participamos, es decir: los indígenas que están dentro de la iglesia son fotocopias de la espiritualidad, de la ritualidad y oración occidental. Nosotros vemos que hay pueblos indígenas que  tienen ministerios y tienen todo, en el momento de hacer la catequesis en su comunidad hay una vida diferente, pero si tiene que ser diácono, tiene una determinada capacitación, si es como sacerdote tiene que tener una capacitación en  filosofía y teología occidental, griega, latina…”

Los griegos más que una teología, tienen una neumatología para aproximarse al misterio… ¿Por qué nosotros no podemos tener exactamente lo mismo?

Fijándonos en los 4 evangelios: Jesús es el hijo de David, para los judíos; para los griegos humanistas Jesús es el hijo del hombre; para los romanos es el hijo de Dios; para los filósofos Jesús es el “logos eterno”. Esta diversidad que está en los mismos evangelios, ¿no la podemos tener nosotros en la iglesia? Lo que queremos es que todos en la iglesia tengamos una misma teología, una misma interpretación filosófica y esto no es posible. Para mí es un atentado para la verdadera catolicidad. Nosotros estaríamos en una uniformidad que ha estado ahogando e impidiendo la catolicidad verdadera”.

¿Cómo teólogo no-indígena, qué nos diría a los  no-indígenas, que acompañamos estos pueblos en estas circunstancias de incomprensión?

“…Cómo pastor diría una cosa: tenemos que hacer como Cristo hizo. Cristo nos envió a todas las culturas (Mt. 28), a todas las Etnias y nos dio dos recomendaciones. Hagan discípulos como yo los hice discípulos. ¿Cómo es que Cristo hacia discípulos? Pues preguntando. El no dijo aquí tengo un programa, un proyecto, un plan. Dijo ustedes están viviendo el Reino de Dios, el Reino de Dios está en medio de ustedes. Si queremos que la experiencia de Dios, que es la teología radical, la hagan los pueblos, lo que tenemos que hacer es descubrirla, porque el reino de Dios está ya en medio de los pueblos. Eso es lo que nosotros anunciamos. Y Cristo viene y complementa ese Reino que está allí en la solidaridad, en el amor, en la fraternidad, en la justicia, en el respeto a la naturaleza, en la comunidad… Si queremos que la iglesia florezca tenemos que hacer que se reconozca la presencia del Reino allí”.

Murió el padre Clodomiro. Sus cenizas han quedado en un santuario del desierto de San Luis Potosí, que él mismo escogió. Que ellas sean abono fecundo en el desierto esperanzador de los pueblos originarios.

La teología entre los pueblos originarios debe ser realista

La iglesia insiste en el respeto a la dignidad de los indígenas