CONSTRUYAMOS LA CASA COMÚN

Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas, Colaborador del Periódico Digital “El Ciudadano”.

Según datos recientes, y oficiales, existen 75 mil 147 personas desaparecidas en el país. Actualmente los Estados que registran el 70 por ciento de desapariciones son Jalisco, Tamaulipas, Ciudad de México, Estado de México, Sinaloa, Chihuahua, Nuevo León y

Puebla y con el mayor número de fosas clandestinas, son Veracruz, Sinaloa, Colima, Guerrero y Sonora. En conjunto suman el 57 por ciento de fosas en toda la nación.

Por lo que se refiere a Michoacán, en los últimos 4 meses, 1342 personas no han sido encontradas, de ellas 173 en la ciudad de Morelia; los principales focos son: Zamora, Sahuayo, Lázaro Cárdenas, Morelia, Jiquilpan y Tingüindín.

En el indicador histórico de Marzo de 1964 hasta la fecha, los reportados como desaparecidos no encontrados y localizados llegan a 174 mil 884.

La desaparición forzada de personas y la desaparición cometida por particulares, es una práctica ignominiosa que implica la negación de todos los derechos humanos; la existencia de un solo caso es inaceptable y las condiciones que las generan deben ser combatidas por las autoridades federales y locales.

El permanente aumento se atribuye al incremento de las drogas, a la multiplicación de las actividades delictivas como el tráfico de madera, el robo de combustible y la trata de personas.

Por otro lado, las comisiones de búsqueda de desaparecidos, operan con grandes deficiencias en el país;  las causas son varias: personal temporal (sin contrato fijo), falta de coordinación con las fiscalías, carencia de planes especializados de búsqueda. La creación de estas instancias en algunas entidades federativas se han convertido en una simulación, pues no funcionan.

La situación de violencia que se vive en el Estado de Michoacán ha producido una profunda descomposición del tejido social, lo cual ha motivado a diferentes actores sociales a organizarse para enfrentar esta realidad. La sociedad civil, académicos, representantes de pueblos originarios, empresarios, autoridades gubernamentales y representantes de las diferentes iglesias han dado forma al Consejo Michoacano para la Construcción de la Paz y la Reconciliación, cuyas líneas de acción se expresan en la organización de:

1) Centros de Escucha y Atención a Personas, Familias y Comunidades que han o están sufriendo la violencia; 2) Centros de Tratamiento de Adicciones; 3) Educación para Generar una Cultura de Paz y 4) Economía Social y Solidaria.

Algunas de estas líneas ya están en operación y con resultados alentadores en el Estado de Michoacán, otras van en proceso.

Al cerrar esta esperanzadora y prometedora organización Don Carlos Garfias, Arzobispo de Morelia, afirmó: “La realidad que vivimos de violencia e inseguridad en nuestro Estado, en nuestro país, en el mundo, nos hacen entrar en una dinámica de reflexión profunda para pensar ¿Qué hacemos para reconstruir a la persona y para reconstruir la sociedad en que vivimos? Y nosotros estamos planteando un camino. Un camino es que nos juntemos todas las expresiones de la sociedad y las personas independientemente de nuestro modo de pensar, de nuestras ideologías, de nuestras capacidades, de la formación que hayamos recibido y podamos entender que podemos caminar juntos, en medio de las diferencias, uniendo todo lo que nos identifica y completando las diferencias para enriquecer.  Y hablo de dos aspectos muy puntuales que podrán ser los que nos ayudan a crear un camino conjunto como Consejo Michoacano: Civilidad y Diálogo. En la civilidad,  todos nos aceptamos como somos, todos somos parte de una sociedad”…

“Ser una sociedad que nos da identidad; hoy lo llamamos ciudadanía, yo lo expreso como civilidad. Tiene un instrumento: el diálogo, elemento fundamental”…

“Son cuatro los ejes sobre los cuales queremos caminar como Consejo Michoacano para la Paz… les pediría que ojalá cada uno de ustedes se identifique y se apunte en uno de ellos. En donde haya una víctima de la violencia nosotros busquemos acercar un Centro de Escucha, busquemos acercar un Centro de Atención de Rehabilitación para las Adicciones o busquemos acercar a un Sacerdote a un Maestro, a un Psicólogo, a una Trabajadora Social, a un Abogado para acompañar a quien es víctima de la violencia… poderle ayudar en la situación crítica que esté pasando…”

“Y después educarnos para crear una Cultura de Paz.”

“…Ser capaces de dialogar, de conciliar, ser capaces de destrabar conflictos, ser capaces de acercarnos a quienes se encuentran viviendo una situación de injusticia y solidarizarnos con él…”.

“Ser nosotros educadores para la Paz”.

La desaparición de personas es un problema que afecta a toda la sociedad

Las autoridades gubernamentales poco o nada han hecho ante el conflicto