¿POR QUÉ? (Primera parte)

Pbro. Rigoberto Beltrán Vargas . Perla Raquel García Pérez

Fueron recuperados los cuerpos de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar, así como del guía de turistas Pedro Palma, asesinados en la iglesia del poblado de Cerocahui, municipio de Urique, Chihuahua, el lunes 19 de junio.

En un video publicado en redes sociales, la gobernadora de origen panista explicó que los restos fueron encontrados en la región de la sierra tarahumara, específicamente en la zona intermedia entre el pueblo turístico de Creel y la Estación Divisadero en el Parque Nacional Barrancas del Cobre, lugar conocido como el Pito real.

El peso histórico de esta misión tiene sus orígenes en el siglo XVII. Se trata de una misión donde 2 sacerdotes misioneros jesuitas habían inculturado su vida en comunidades principalmente rarámuris en la Tarahumara, sitio de comunidades marginadas, explotadas y reprimidas desde años; su servicio no se limitó a un sexenio sino que compartieron la vida entera buscando con ellos un desarrollo económico, justo y comunitario, una educación integral y una organización social en que la práctica de los derechos humanos fueran su base; lo que hoy se nombra como una evangelización integral y de conjunto.

Pronto se multiplicaron sus misiones en territorio de América: Guanajuato, San Luis Potosí, Morelia, Coahuila, Durango, Sinaloa…; organizaron colegios y ciudades, hasta que fueron expulsados por Carlos III por no estar de acuerdo en los mandatos de la Corona. Los jesuitas habían optado por defender la dignidad de los indios, bajo los valores cristianos y la lealtad al Papa. En 1589, sedientos de oro y  minerales preciosos, los españoles llegaron a territorio rarámuri y comenzó así toda una historia de colonialismo, explotación y opresión, pero también de resistencia que se mantiene hasta nuestros días. 40 años después de la conquista, el gobernador de Nueva Vizcalla envió una carta al Virrey de la Nueva España en la que le aseguró que esas tierras eran fértiles y los rarámuris reducibles y que se podía establecer ahí un gran reino, pero la realidad era otra. Entre 1616 y 1698 realizaron 5 grandes rebeliones pero será hasta 1639 que los jesuitas formaron su misión.

Los rarámuris se refugiaron a los abismos de las barrancas y de las montañas, manteniendo firmes sus formas de producción y sus creencias. Los conquistadores se apropiaron de las minas, tierras y controlaron militarmente el territorio, sin embargo no pudieron reducir a los indígenas en poblaciones. Los misioneros levantaron templos, organizaron fiestas y reunieron a los indios en un nuevo sistema de autoridades. Los tarahumaras conservaron su libertad, sus formas de trabajo y sus ritos más significativos. En 1940, los jesuitas regresan a la misión. Habían pasado 133 años después de su expulsión. Se propusieron educar a los indígenas. Hubo choque por la manera vertical de relación y va a ser hasta los 40 precisamente, que el trabajo misionero se regularizará.

Gracias al aire fresco del Concilio Vaticano II y su aplicación pastoral en América Latina que viene una renovación en la Iglesia. Habran las ventanas de los conventos para que entre el viento del Espíritu que sopla por todos lados, dirá el Papa.

Un grupo de religiosos jesuitas con el Obispo José Llaguno, llegaron a esta región y pusieron en cuestión la pastoral de ese momento y llenos del espíritu de transformación que se movía en la pastoral de gran parte de la América Latina, el proceso pastoral fue transformando todo y a todos; no fue la enseñanza vertical, ni la relación del que enseña al que no sabe, hubo un acercamiento fraternal, cercano, de diálogo y defensa de los derechos de los hermanos rarámuris. (Continuará).

Los sacerdotes jesuitas asesinados trabajaban en la Sierra de Chihuahua

La Iglesia católica condenó el crimen de los jesuitas,  cuyo pecado fue defender siempre a las comunidades pobres